EL CERRO DEL CASTILLO
El cerro se formó en el Mioceno Superior hace unos 6-7 millones de años, con una ladera Sur muy escarpada y una Norte con una pendiente superior al 35%. Geológicamente, el cerro del Castillo se considera como una “isla” de materiales llamados conglomerados rodeada por los sedimentos cuaternarios de todo el Valle del Guadalentín. Es por este motivo por el cual el cerro, en su conjunto, se erige como una atalaya natural sobre le casco urbano de Alhama y su huerta tradicional, haciendo de este promontorio rocoso todo un símbolo local divisable desde todo el valle del Guadalentín, razón por la cual se conservan restos arqueológicos desde época prehistórica que se suman a los que ofrecen el yacimiento de Las Paleras y del propio castillo.
A esta singularidad se le suma la existencia de la conocida Falla de Alhama de Murcia o del Guadalentín, la segunda fractura más grande de España después de la del Guadalquivir. La importancia geológica del cerro del Castillo descansa, además, en su vinculación a esta estructura geodinámica y en las importantes simas que posee, entre las que destaca la Sima del Vapor a la cual se le ha dedicado un apartado específico.
El cerro del Castillo también alberga una interesante y prolífica diversidad vegetal y animal. Con respecto a la flora presente, se cuentan con más de 60 taxones diferentes, un elevado número teniendo en cuenta la escasa superficie disponible, de apenas 21 hectáreas, y a la poca diversidad de suelos. Lo más curioso es que esas especies vegetales aún se atreven a distinguirse zonalmente en tan minúsculo lugar, configurándose tres ambientes diferentes. El primero de ellos, que corresponde a la zona más baja y humanizada, destacan especies típicas de suelos nitrófilos como el beleño, escobilla, flor de cuchillo, malvas, bolaga, tomatillo del diablo, parietaria y palera. En segundo lugar, están los roquedos y pedregales, que son los más extensos constituyéndose como el territorio para el espino negro, la esparraguera blanca, espliego, acebuche, bayón, algún enebro y lentisco, tomillo, uña de gato, zorija, jaguarzo morisco, santolina, gamonita, artemisia, clavel silvestre, malvavisco y retama. Llaman la atención el ombligo de Venus y helechos como la doradilla o el culantrillo menor, especies habituales de ambientes más húmedos que las soleadas laderas del cerro. Por último, están las praderas anuales, pequeñas pero relevantes. Allí se encuentran tenedores, margaritas, cepillitos, fumaria, nevadilla, gladiolo, patita de burro y correhuela, además de numerosas gramíneas. La mayor singularidad de este cerro descansa en la presencia de Commicarpus africanus, una planta sufruticosa de la misma familia que las buganvillas o los Pedros de Noche, que habita en los pastizales y matorrales en roquedos soleados y que en todo el continente europeo solo está presente en los cerros de los castillos de Águilas, Lorca, Monteagudo y Alhama de Murcia.
En cuanto a la fauna, este ecosistema alberga ejemplares típicos de roquedos, como el roquero solitario, un ave de cuerpo de mirlo y un llamativo color azul que nidifica en pequeñas cuevas y grietas de cortados rocosos o en agujeros de muros antiguos. Otras aves como el colirrojo tizón, la collalba negra, curruca cabecinegra, gorrión común, abubilla, cernícalo o mochuelo campean o nidifican por todo el cerro del Castillo, como también lo hacen el lagarto ocelado, la lagartija colilarga y el sapo común. Entre los mamíferos abunda el ratón de campo, el zorro y, muy especialmente, los murciélagos que encuentran en las rocosas paredes del cerro el lugar perfecto para refugiarse.