EL POBLADO EN EL SIGLO IX
El poblado de Las Paleras ocupaba una extensión, sin contar la alcazaba, de unos 19.000 m2 estando además, rodeado perimetralmente por una muralla especialmente fortificada con torres que cerraría el acceso principal por su flanco oriental. Las actuaciones arqueológicas se han centrado en los sectores oeste y noreste, arrojado una información muy valiosa que nos permite reconstruir y conocer la vida cotidiana de los pobladores que allí se asentaron. Dada la complejidad, extensión y riqueza documental de ambos sectores, conviene una explicación individualizada para su mejor comprensión.
El sector oeste, por su parte, cuenta con un entramado urbano configurado en diversas manzanas. Allí, en torno a un eje central provisto de una calle principal a modo de vía pública colectiva e indivisa, se erige un conjunto de habitaciones que forman parte de un tejido urbano bien desarrollado siguiendo una orientación de norte a sur. Además, se han documentado ramales de calles secundarias o adarves que salen perpendiculares a las principales que vertebran todo el complejo, acompañando a otros espacios identificados como comunitarios.
Las estancias son de planta cuadrangular y rectangular, pudiendo corresponder a una unidad de edificación a veces con división interna y, en otros casos, yuxtapuestas para formar unidades habitacionales más complejas. Las construcciones siguen el mismo esquema de la alcazaba, es decir, se alzan sobre los zócalos de piedra del lugar constituidos en conglomerados y areniscas, completándose el esto del muro con tapial de tierra amarillenta que, en todos los casos, aparece desplomada sobre los propios muros y esparcida en el interior de las habitaciones.
Con respecto al sector noreste, se comenzó a excavar con el objeto de delimitar, por una parte, la continuidad del propio poblado y, por otra, buscar el acceso al yacimiento para las siguientes campañas con zona de evacuación de terreras. Los resultados de las diferentes intervenciones han aportado una documentación de primer orden con un tramo de muralla en su flanco oriental de más de 20 m. de piedra de gran tamaño, principalmente en su base, y trabada con tierra. Además, estaba fortificada por tres torres, dos de las cuales flanquean lo que presumiblemente se trata del acceso principal al poblado.
Sobre la cara interna de esta muralla oriental se van adosando estancias o espacios rectangulares que van ofreciendo un conjunto de materiales similares a los hallados en todo el yacimiento, siendo también prácticamente idéntica su metodología constructiva.
Tal y como se ha constatado en todo el yacimiento, un gran incendio arrasó el poblado y provocó el colapso de las techumbres debilitando el resto de la estructura que tras no mucho tiempo después, acarreó el desplome de las paredes. Por este motivo, contamos con hallazgos orgánicos de singular valor sobre estos escombros, como por ejemplo, las vigas de madera que sustentaban el ramaje vegetal del techo. Al caer el suelo y quedar enterradas bajo los escombros, la combustión se interrumpió pudiéndose conservar así la viga carbonizada prácticamente al completo. También se evidencia la notable ausencia de tejas por todo el yacimiento, por lo que no cabe duda de que las mencionadas techumbres estaban constituidas en ramajes vegetales y tierra amarillenta.
Por último, se evidencian hogares definidos con piedras, pensados para la preparación de alimentos dentro del interior de las casas, así como el empleo de algunos morteros de cal para pavimentos y enlucidos en las paredes, además de un poyo de asiento corrido adosado junto a un muro de un hogar, probablemente para reposo y disfrute de sus moradores.