EL YACIMIENTO
La
conquista arabo-bereber de Spania comenzó en el año 711 con la derrota de los
ejércitos del rey visigodo Rodrigo en la batalla de los montes Transductinos.
Este evento marcó el inicio de un proceso de cambio cultural y religioso que
desembocó en un nuevo modelo de sociedad islámica en el territorio denominado
como al-Ándalus.
En
el 713, tras la firma del Pacto de Tudmir entre el noble visigodo Teodomiro y Abd al-‛Azīz ibn
Mūsà, hijo del conquistador árabe Mūsà ibn Nuzayr, se produjo la capitulación
de un extenso territorio que ocupaba aproximadamente la actual Región de
Murcia, el sur de Alicante, el sudeste de Albacete y el norte de Almería. Ello
provocó la creación de una nueva entidad territorial conocida como la “Cora de
Tudmir” que, a cambio de someterse a un régimen especial tributario,
garantizaba la conservación de las propiedades de sus antiguos pobladores así
como el respeto a sus costumbres y religión.
En
este modelo andalusí es donde se construye, en la segunda mitad del siglo VIII,
el asentamiento fortificado en altura de Las Paleras, erigido en la zona
amesetada más al norte del Cerro del Castillo de Alhama de Murcia. Se trata de
un asentamiento nuevo erigido sobre un espacio donde no había construido nada
con anterioridad ni tampoco volvió a ser ocupado tras su destrucción y abandono
en torno a la mitad del siglo X, constituyendo así un único horizonte cultural
de época emiral y un testimonio clave para la comprensión de la Alta Edad Media
tanto a nivel regional como peninsular.
Este
yacimiento arqueológico, por su ubicación y altura, constituye una excelente
atalaya de control estratégico del territorio circundante y de la vía natural
de comunicación del valle del Sangonera/Guadalentín durante el Emirato, entre
las grandes ciudades de Murcia y Lorca, y participará irremediablemente en los
sucesos históricos relacionados con la instauración de los Omeyas en Córdoba y
de sus políticas centralizadoras.
Por
todo ello, Las Paleras se erige como un ejemplo de arqueología medieval
andalusí de primer orden tanto dentro como fuera de nuestra Región, debido a su
estado de conservación y a su singular aporte material, tanto a nivel
tipológico cerámico exclusivamente islámico, al no contar con intrusiones
previas ni posteriores, como a nivel antracológico, con dataciones por carbono
14 muy precisas que permiten acotar la vida del yacimiento en torno al siglo
VIII y X.